Paseando cerca de mi casa en Cervelló me encontré con mi vecino José que me explicó una historia interesante de la que él fue testigo. Hace una semana se encontraba su amigo Antonio sentado en una piedra junto a la carretera. Al dirigirse a él para saludarlo, se levantó y resbaló cayendo al suelo, con tan mala suerte que apoyó su mano derecha sobre un saliente de hierro galvanizado de una señal de tráfico cortada y retirada. Su amigo se hizo un corte en la muñeca que le produjo una hemorragia. José se asustó al ver cómo sangraba y no sabía qué hacer.
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Casualmente, pasó en ese momento un motorista que, al ver a Antonio sangrando, bajó inmediatamente de la moto y fue a atenderlo. Se le ocurrió una idea magnífica. Se dirigió al herido y le pidió que se quitara inmediatamente la camisa. Con ella le hizo un torniquete en la muñeca que sangraba para obstruir la hemorragia. A continuación, lo condujo en el coche de Antonio hasta el Centro de Salud de Cervelló.
Mi vecino se quedó cuidando su moto y esperando. Cuando llegaron, ya estaba a salvo por la cura de urgencia que le hizo una enfermera, mostrando un gran agradecimiento al que sin lugar a dudas le había salvado la vida. El motorista lo llevó a su casa en el coche y regresó andando para coger su moto. Mi vecino lo abrazó con mucho afecto por su buena acción y se despidieron. Actos como este ponen de manifiesto la solidaridad y generosidad del ser humano.