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"La reducción de las exportaciones a Israel es el resultado de una política exterior cuestionable"

Palestinos buscan víctimas bajo los escombros tras un ataque aéreo israelí en Rafah / EFE

Recientemente se ha conocido la noticia de que las exportaciones de España hacia Israel se han reducido nada más y nada menos que en un 35%. Ciertamente, este hecho demuestra la vigencia de una premisa básica de las relaciones diplomáticas que, pese a su obviedad, nuestros dirigentes han parecido olvidar: todas las acciones tienen consecuencias.

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Hay quienes consideran que la imparcialidad del Gobierno de España a la hora de posicionarse con respecto a las novedades que llegan del frente gazatí es un acierto, en el sentido de que posiblemente ello nos permita mantener la neutralidad en caso de que el conflicto escale a nivel mundial. Sin embargo, debemos plantearnos hasta qué punto es éticamente correcto mantenerse relativamente al margen de una guerra que claramente supone una amenaza para todo Occidente, considerando las prácticas terroristas de uno de los bandos.

La campaña que Israel ha emprendido contra Hamás no es únicamente un conflicto territorial, pues no cabe duda de que se trata de una metáfora que representa la dicotomía entre progreso y retroceso. No puede considerarse aceptable la imparcialidad cuando la victoria de un bando determinado puede suponer el sometimiento de un pueblo a las más arcaicas normas y tradiciones. Tampoco pueden servir de excusa para la posición de España los errores de Israel en sus ofensivas, dado que si de verdad funciona nuestra comunidad internacional, se le juzgará duramente al término del conflicto por sus presuntos crímenes de guerra.

En definitiva, el hecho de que se hayan reducido tan drásticamente las exportaciones dirigidas a Israel no es más que uno de los diversos y perjudiciales resultados (en este caso en la vertiente económica) de una política exterior más que cuestionable y que sin duda habrá de ser sometida a examen por los agentes internacionales de nuestro entorno.