Las peripecias de los famosos peripatéticos de la serie de TV-3 Merlí Merlíno pueden superar las vicisitudes en la vida real de los profesores y trabajadores de la escuela real, la verdadera, la Menéndez Pidal, propiedad de la familia Llucià.
Entretodos
Desgraciadamente, nosotros no somos famosos, ni salimos en la tele fingiendo que damos clase. Nosotros dábamos clase y compartíamos tiempo con nuestros alumnos hasta que un día, allá por junio del 2012 nos dijeron que ya no lo volveríamos hacer, al menos allí.
Hoy, en el 2018, hemos visto cómo se organizaban jornadas de puertas abiertas. Sí, nosotros no nos podíamos creer que se publicaban entrevistas en las que se reivindicaba ese espacio para actividades varias.
Pero a nadie le interesa ni le preocupa que fuéramos despedidos injustamente en el 2012 y que en el 2018 sigamos sin poder cobrar la indemnización.
El expediente de nuestro caso va languideciendo y acumulando polvo en los juzgados. De momento, no podemos recurrir a FOGASA porque hay una propiedad que responde por la deuda económica que la familia Llucià tiene con nosotros (la deuda moral es impagable) pero resulta que la propiedad es subastada, embargada y ahora ocupada.
Pero eso sí, nuestro colegio siempre será recordado como el Instituto de Merlí. La realidad no vende tanto como la ficción.