España es un país que carece de memoria histórica de forma sistemática. Los conocimientos históricos que se proporcionan en los colegios sobre la memoria histórica son insuficientes. Este hecho tiene un reflejo en la sociedad, dónde el legado póstumo del franquismo nos hizo creer que remover la historia para curar las heridas del pasado es antiespañol.
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Nuestro país tuvo campos de concentración; tiene, tras 45 años, muertos en cunetas, calles que honran a fascistas, etcétera. Esto, en un estado democrático es impensable, porque justamente tenemos en olvido y en cunetas a las personas que lucharon por lo que ahora disfrutamos, una democracia. Como narra sabiamente esta frase, "un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla".
Este nuevo proyecto de ley se llama justicia democrática y no es reabrir heridas, es cerrarlas.