Las 7 de la mañana. He pasado mala noche y me cuesta levantarme. Hace mal tiempo y frío. Me aseo, me visto y salgo por la puerta con mi patinete. La gente se cruza en mi camino. Llego a la universidad para darme cuenta de que me había olvidado de una entrega. Vuelvo a coger el patinete. Mi humor está por los suelos. Llego al trabajo. Me abre la puerta un compañero y me pregunta "¿Qué te ocurre?". Me sonríe, suspiro y me calmo.
Entretodos
Me había emperrado en que mi día iba a ser horrible, pero me bastó aquella sonrisa imperfecta del alma para darme cuenta de que no iba a ser así. Sonreír es algo que está al alcance de todos. Es una acción totalmente libre, y que solo aporta cosas positivas para nuestro cuerpo y mente y para nuestro entorno.
Los bebés no dejan de sonreír a todo aquel que se le acerque. Entonces ¿por qué nos olvidamos tan fácilmente de este bonito gesto si con ello podríamos transmitir confianza, afecto y aceptación y disfrutar de un mayor equilibrio emocional?