Había una vez dos países que estaban gobernados por zorros. Ambos gobiernos eran amigos y se ayudaban para entrar por las noches en los gallineros. Ocurrió que una noche los gallos estaban despiertos y se pusieron a tocar la corneta. ¿Qué hicieron los zorros? De noche, seguían siendo muy amigos, naturalmente, pero de día aparentaban declararse la guerra, acusándose los unos a los otros con: “Tú tienes la culpa de los males de mis gallinas”.
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Con mucha astucia incitaban a los gallos a pelear entre ellos y enardecían a las gallinas para que dejaran de escuchar las cornetas y prestaran oído a los cantos de sirenas. La consecuencia fue que los zorros tuvieron que conformarse con algunos huevos menos pero a cambio lograron hacer dudar a las gallinas de que los gallos fueran los animales más apropiados para gobernarlas.