Aunque tendríamos mucho que decir si hablamos de las compañías eléctricas y de sus tarifas, en esta ocasión mi denuncia no va hacia los elevados precios y si es o no culpa de ellas o de la liberalización. Mi denuncia es un caso de falta de ética más que de economía. Lo que quiero explicar es un caso real.
Entretodos
Mis abuelos, personas de una avanzada edad pero que todavía viven solos con un buen grado de autonomía, se han cambiado de compañía de suministro eléctrico y todavía no saben ni cómo ni cuándo lo han hecho. Cuando les preguntamos nos dijeron: "Ah, debía ser aquella chica tan amable que vino el otro día". Ya no entro en si han mejorado o no su tarifa eléctrica como consecuencia del cambio, pero sí critico cómo lo hacen, cómo engañan. Y no solo a mis abuelos por ser personas mayores, sino que, a partir de este caso, he descubierto otros similares i donde los afectados eran más jóvenes. Esa chica o chico, muy agradable por cierto, se identifica como trabajador de una compañía y con una tarjeta identificativa que así lo demuestra, te piden que les facilites el recibo de la luz y que solo vienen a comprobar que realmente estés pagando lo correcto. A partir de aquí empiezan a hacer diferentes comprobaciones hasta que al final, sin saber cómo, te han cambiado a la compañía a la cual representan.
Lo curioso del caso es que para el cambio de compañía has dado tu consentimiento a través de una llamada telefónica.