El Barómetro juvenil de Vida y Salud de la FAD (Fundación de ayuda contra la drogadicción) señala que el 21,6% de los jóvenes sufre depresión moderada o grave. También indica el aumento de la ansiedad, el sentimiento de fracaso (19,3%), y cómo al 88% de los jóvenes les preocupa su imagen externa.
Entretodos
Trabajo en una Granja Escuela por la que pasan cada año 18.000 niños y confieso que nunca como ahora había visto tantas carencias emocionales (bajas autoestimas, aceleración, miedos, desconfianza). De hecho, hemos inaugurado dos nuevas actividades: El laberinto de la ansiedad para ayudar a entender a niños de solo 8 años lo que les pasa, y el Circuito de la frustración, ya que el 30% de los niños que nos llegan no se han frustrado nunca y necesitan saber con urgencia cuál es su respuesta emocional ante una frustración, ya que no saberlo les genera miedo e inseguridad.
Detectamos que algo estaba cambiando en los chavales en el año 2002, motivo por el cual empezamos a utilizar nuevas herramientas para educar, como las de la educación emocional, las cuales sabemos que funcionan cuando Irina, de 6 años nos dice: “Ahora sé que era el miedo quién me hacía ver lobos en las oscuridad” o Marc, de 15, que nos explica: “He aprendido a utilizar la rabia para construir y no para destruir”.
Es vital y urgente utilizar las herramientas que funcionan en la educación para evitar estas tendencias en los jóvenes, y que los problemas educativos tengan más voz, porque hay algo peor que tener un problema, y es tenerlo y no saberlo.