Mi hija de 4 años tenía cita con la optometrista hace tres meses, porque desde hace un año lleva gafas y tiene control cada 6 meses. La cita me la cancelaron y recientemente me la han vuelto a programar para finales de junio. Hace pocos días me llamaron para volver a cancelarla: la persona que me ha atendido no me supo explicar por qué, aunque claramente los optometristas no visitan enfermos de covid-19.
Entretodos
Un amigo médico me ha explicado que lo que se pretende es evitar aglomeraciones en sala de espera: comprensible, pero hay mil maneras de evitarlo. El mismo amigo me ha relatado su caso: tiene cita con el traumatólogo para su hija en octubre, y hace poco le han avisado de que la cita será telefónica.
¿Puede un traumatólogo hacer un diagnóstico telefónico? Quien planifica las citas ahora ¿acaso tiene una bola de cristal y sabe si habrá un rebrote en otoño, si el virus será más o menos agresivo, qué tipo de terapias estarán disponibles?
Un aspecto positivo de la pandemia ha sido educarnos para que no atasquemos los ambulatorios por consultas banales, pero lo cierto es que no todo se puede resolver a distancia.
Lo triste es que antepongamos el miedo al contagio a la prevención y promoción de la salud. No habrá riesgo cero en ningún ámbito, pero estamos aprendiendo a convivir con la enfermedad y a protegernos en la medida de lo posible.
Es inaceptable que algunas enfermedades igual o más graves que el covid-19 se hayan convertido en patologías de segunda clase. Es inadmisible que pedir hora con un especialista para corregir un problema que afecta al desarrollo de nuestros hijos sea algo 'banal'. Las gafas de mi hija se caen a pedazos, se las quita porque ya no le sirven, pero no consigo tener una prescripción para cambiar las lentes.
Se está creando una brecha cada vez más profunda entre quienes se dirigirán a la sanidad privada y quienes tendrán que acatar que se le aplacen citas indefinidamente. ¿La sanidad pública se convertirá en un lujo?