Escuchar por televisión a Susana Díaz justificarse en relación con el caso de los ERE, me resultó lamentable. Recordé sus múltiples declaraciones en favor de sus amigos Griñán y Chaves en las que, con garbo y energía, defendía a diestro y siniestro la honestidad de ambos (ahora inculpados de varios delitos como máximos responsables de aquel desaguisado).
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A muchos, el tema de la corrupción, en cualquiera de sus versiones, nos pone nerviosos, sin embargo, el asunto de los ERE en Andalucía es la versión que más nos entristece: es la corrupción inmoral por excelencia. Un mecanismo oficial fraudulento que permite desviar el dinero público a puticlubs y cuentas bancarias de particulares ajenos a cualquier empresa en crisis.
Lamentablemente, Susana Díaz, como socialista, perdió una gran ocasión, tenía que haber pedido perdón con mucha humildad. El caso de los ERE no tiene un número concreto de nombres de corruptos (Bárcenas, Cifuentes, Zaplana, Matas, Pujol, Camps...). Lo de los ERE ha sido un método oficial fraudulento instaurado por la Junta de Andalucía durante diez años, por lo tanto, los que se han enriquecido son una larga tribu de amiguetes socialistas.