Dos vocablos altisonantes cobran un inusitado protagonismo en un contexto económico incierto. 'Topar' y 'deflactar' han ganado fortuna en el léxico político. El significado que se da a 'topar' no se corresponde con ninguna de las acepciones académicas. Se usa en el lenguaje político para poner techo a los precios de alimentos básicos y suministros energéticos, luz y gas. Con la acepción 'deflactar' se alude a la modificación de los tramos del IRPF que conlleva para el contribuyente ingresar más dinero, disponer de mayor liquidez. 'Topar' colisiona con la competencia y el libre mercado. 'Deflactar' introduce un agravio fiscal comparativo con respecto a otros contribuyentes que nos lleva a otra expresión de moda, 'dumping fiscal', es decir, a los beneficios fiscales que se ofrecen en determinadas comunidades autónomas, en plena subasta preelectoral. Muchas palabrería, pero poca eficacia.
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