Con el caso de pederastia en los Maristas la bilis se me escapa por los labios. Mi vesícula biliar ha reventado al leer el parecer de padres de hijos no abusados. Ellos, muy católicos, han organizado una cadena humana para defender a la Institución de los improperios que buscan "desprestigiarles". Unos están tranquilos porque casos así también pasan en otros colegios. Total -digo yo-, como ocurre en otros sitios, tampoco hay que rasgarse las vestiduras, ¿no? Otros no creen a las víctimas, a pesar de que el inculpado ha reconocido los hechos. Debemos taparnos los oídos y gritar fuerte para no escucharlo. Y otros dan un paso más y defienden a Benítez porque sus hijos, que son ingenieros mientras que los otros no son nadie, nunca vieron nada.
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O sea, los que denuncian son fracasados y los que han llegado a ser ingenieros nunca vieron nada, por lo que es mentira ¿Puede referirse a que los niños fracasados tienen una pataleta y en venganza denuncian los abusos sexuales? ¿Es eso?
Quizás haya que explicarle que los denunciantes han podido tener una vida infernal y posiblemente no hayan podido disfrutar de las mismas oportunidades que los niños que no fueron víctimas. Puede ser también que el azar fijara su atención en unos y no en otros, sin tener en cuenta la intuición clasista que puede otorgar una prestigiosa carrera.
No se puede defender lo indefendible, porque es precisamente lo que resta credibilidad a la Institución. Es lo que hace que nuestras vesículas exploten y su contenido suba por la garganta y se nos escape por los labios. ¿Dónde está la empatía con las víctimas? ¿Dónde está la justicia?