En las recientes elecciones andaluzas se ha visto cómo se ha utilizado el tema de la inmigración con el fin de obtener votos.
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En primer lugar, parece que el español medio sufre de amnesia: no hace tanto que España exportaba emigrantes -y sigue- e incluso exportó refugiados que huían de una Guerra Civil y de las probables represalias de un régimen militar. Sin embargo, cuando el tema no nos afecta, parece que el sufrimiento ajeno nos es indiferente. ¿Si hubiésemos nacido en el Tercer Mundo, nos conformaríamos con morir de hambre, morir en un bombardeo o ser torturados o encarcelados y ejecutados por motivos políticos?
En segundo lugar, la Declaración de derechos Humanos de la ONU es para todos, no solo para Occidente y el hombre blanco. Los inmigrantes, sean blancos o negros, cristianos, musulmanes o ateos, buscan sobrevivir y vivir dignamente, ser felices, amar y dar un sentido a su vida. Si la mayoría fueran terroristas, nos íbamos a enterar de lo que vale un peine.
En tercer lugar, debido a mi profesión, tengo trato con muchas personas, algunas de ellas, extranjeras, por tanto sé de lo que hablo.
En resumen, invito a la ciudadanía a ser más crítica y no creerse lo que dice cualquiera. El lobo no va a venir. En todo caso, seres humanos con los mismos derechos que nosotros.