Es una vergüenza el estado actual de las calles de Barcelona: para la gente que tiene perros es un horror salir a pasearlos. En cada alcorque, farola o fuente, te encuentras con chicles, plásticos, colillas… o bien cristales rotos que pueden provocar graves heridas en las patas de tus mascotas. Luego, ya, la gota que colma el vaso es ver cómo los propios dueños dejan las heces tiradas en medio de la ciudad. Me parece impresentable que les cueste tanto recoger los excrementos.
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