Durante dos años mi hijo sufrió 'bullyIng' en el instituto. No contaré su historia, es una más, solo haré una reflexión.
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Me río, por no llorar, del teléfono contra el 'bullyIng' cuando el director del centro niega el acoso habiendo dos informes psicológicos que así lo acreditan, cuando la jefa de estudios afirma que el 'bullyng' existe y existirá pero que ella no puede hacer nada, cuando Ensenyament, ante una denuncia, te dice que no pueden creer a todos los padres que van contando el acoso que sufre su hijo, y además, que si el niño no quiere ir al colegio, los responsables serán los padres. Cuando el Síndic de Greuges ve claro el caso de acoso pero no puede verificarlo porque Ensenyament no les envía los informes que lo confirman, cuando Asuntos Sociales tampoco puede hacer nada porque todo depende de que la dirección del centro active el protocolo.
Qué estaremos haciendo mal en una sociedad en la que el acosador no tiene castigo y en la que dejamos el futuro de nuestra juventud en manos de personas que en muchos casos, como el nuestro, no están preparadas para ello. Una administración cuya obligación es informarse bien, y sin embargo te ignora.
Por suerte, esta es una historia con final feliz, pero podría no serlo. Y, desde luego, no es gracias a Ensenyament, ni al Síndic de Greuges, ni Asuntos Sociales, ni mucho menos a la dirección del centro.
Como punto y final, mi agradecimiento más sincero al tutor de mi hijo en segundo de Eso y a la psicopedagoga de l'EAP.