El 15 de septiembre, mi madre, Carmen Puig, de 86 años, se encontraba comiendo con su nieta Laura en el restaurante del recinto deportivo Áccura, de Gavá Mar. De repente, sintió que la comida se le atragantaba en la garganta y dejaba de respirar. Laura, presenciando la situación, comenzó a realizarle compresiones abdominales pero, tras cuatro o cinco intentos fallidos, gritó pidiendo auxilio para que alguien socorriera a su abuela.
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Al percatarse de la gravedad de lo que estaba sucediendo, dos agentes de la Guardia Urbana de Barcelona, G. B. y B. F., que también se hallaban comiendo en una mesa cercana, no dudaron en acercarse para intentar salvar a mi madre, que por momentos se asfixiaba. Fueron necesarios varios golpes en el abdomen y las costillas para que mi madre recuperase la respiración y, literalmente, volviese a la vida.
Tras este desafortunado accidente con final feliz, queremos agradecer profundamente la rápida y eficaz actuación de las dos agentes de la Guardia Urbana, reconociendo así públicamente su labor humanitaria y su alto grado de profesionalidad.