Seguro que, tratándose de un líder político, Mijaíl Gorbachov recibiría aplausos y críticas. Sabemos que fue querido en Occidente, sin embargo, en Rusia, su reputación nunca se recuperó entre quienes lo consideran el culpable de la caída de la Unión Soviética. Lo que sí es cierto es que cambió el curso de la historia. Con la perestroika consiguió una reestructuración económica, a la vez que iba acompañada de una estrategia de apertura. Se centró en poner fin a la Guerra Fría, firmando varios acuerdos con Reagan y George Bush para el control de armas nucleares, y tuvo un papel importante en la reunificación de Alemania, motivos por los cuales recibió el Premio Nobel de la Paz en octubre de 1990.
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El mismo Gorbachov hizo un análisis de su papel en la caída del bloque soviético con estas palabras: “A pesar de todos los males y miserias actuales, los rusos, y en general la gran mayoría de los ciudadanos de los países de la ex órbita soviética, prefieren vivir en una sociedad libre y democrática como la que hoy disfrutan, a la situación que vivían bajo el comunismo. Ese es el marco en el que puedo encuadrar mi responsabilidad en mi etapa como exmandatario de la Unión Soviética".
Es verdad que, aunque su Gobierno estuvo lleno de luces y de sombras, si él hubiera estado en el Kremlin ahora la invasión de Ucrania no se hubiera producido.