Tras el debate de los cuatro candidatos a muchos nos ha pasado una pregunta por la cabeza: ¿van a ser capaces de pactar entre ellos para formar un gobierno? Y sí, la pregunta es "formar un gobierno", y no "investir a un presidente", ya que el objetivo no debe ser ocupar el poder, debe ser usarlo para gestionar los problemas que tiene esta maltrecha sociedad. Y esto es lo difícil. ¿Cómo van a mantener un gobierno unido aquellos que apelan a la pinza UP-PP con aquellos que apelan a la cal viva del GAL con Felipe González? ¿Cómo van a poder pactar la presunta casta con los presuntos incorruptibles? ¿Cómo puede compaginarse nueva y vieja política sin renunciar a los principios básicos de unos y otros?
Entretodos
Catalunya nos muestra la peligrosidad de un gobierno débil con objetivos ambiciosos en un contexto convulso. JxSí consiguió por los pelos un pacto de investidura con la CUP que, al parecer, no era un pacto de estabilidad. El producto de todo esto ha sido un año sin haber aprobado una sola ley en el Parlamento de Catalunya, sin presupuestos y con una moción de confianza en septiembre.
La política es la gestión de los conflictos sociales. En democracia esta gestión se debería realizar como mínimo consiguiendo alianzas parlamentarias (incluso cuando se tiene mayoría absoluta). Algo que parece bastante lejos del estilo de precampaña permanente a la que nos tienen acostumbrados tanto el Gobierno como la oposición.
¿Y si hay que ir a unas terceras elecciones generales? Pues no será para tanto. No será para tanto si no dependes de unas pensiones públicas en peligro, si no te encuentras en situación de dependencia, si no eres un parado de larga duración o un trabajador precario, si no vas a usar jamás la sanidad o la educación públicas o si piensas seguir evadiendo impuestos aprovechando este favorable momento.
Pacto o miseria.