Desgraciadamente, las épocas de crisis económicas producen estragos en la sociedad, sobre todo en los más vulnerables y desfavorecidos económicamente. Una de las consecuencias son las del estrés y la preocupación, que conlleva alteraciones mentales.
Entretodos
Nuestra sanidad pública parece dirigirse básicamente a la sanación del cuerpo y olvida la curación mental. Muestra de ello es que en los CAP existen diferentes especialidades, excepto la de psicología clínica. Tan solo los hospitales, y únicamente los importantes, disponen de dicho servicio, donde se suelen ofrecer visitas una vez al mes.
La ayuda que el psicólogo puede ofrecer a la persona mitiga sus problemas en la vida y el desorden mental, ya que enseñan al paciente a ir eliminando los obstáculos que impiden al paciente llevar una vida normal.
No prevenir a tiempo nos lleva a la realidad actual. En España ha crecido últimamente el consumo de somníferos y ansiolíticos y, lo más triste y doloroso, como causa no natural de muerte, el suicidio, sigue aumentando.
La convocatoria para el PIR (Psicólogo Interno Residente) del año 2017 ha sido de 127 plazas para 4.025 aspirantes. Por cada 1 que de los que consiguió plaza, 30 quedaron fuera.
La previsión de convocatoria del PIR para el año 2018 está entre el 4,6% de aumento y el 27%, según la comisión que lo plantee. En el mejor de los casos, ese 27% representaría aumentar en 35 el número de plazas.
Estos datos y la mínima capacidad del las administraciones para corregirlos nos llevan a una triste realidad de tanta gente que, de forma invisible y silenciosa, tendrá que esperar demasiado a que la sanidad pública le ayude a seguir adelante.