La corrupción por la que un número importante de políticos están actualmente implicados y otros ya condenados me lleva a preguntarme si el principio de honestidad, con todo lo que el mismo implica, pudiera parecer que está en desuso o si con la dimisión del exministro Màxim Huerta nuestros políticos lo están recuperando.
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Lo importante es que siendo servidores públicos sus vidas puedan ser ejemplo y testimonio, no solamente de su capacidad profesional, sino también de una ética e integridad al servicio de los ciudadanos.