Tanto el separatismo catalán como el vasco se basan en el egoísmo económico, el supremacismo cultural, el complejo de superioridad muchas veces nada disimulado sobre el resto de españoles y la voluntad de levantar fronteras. No hay nada más contrario a los valores tradicionales de la izquierda: el internacionalismo, la unidad, la igualdad y la solidaridad. España es el único país del mundo donde partidos que se llaman de izquierdas apoyan a los separatistas. Es lamentable.
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