Ha salido a la luz el caso de una mujer brasileña que estuvo bajo la explotación de una familia durante nada más y nada menos que 72 años. La mujer (negra, para más señas) fue, literalmente, esclavizada, a pesar de que los culpables defiendan que era una más de la familia. Y es que la esclavitud toma muchas formas en este mundo del siglo XXI, en el pretendemos creer en su abolición: la explotación sexual en todo el mundo, la explotación laboral de trabajadores y trabajadoras pobres en boyantes países como Qatar o Abu Dabi, la explotación de menores en minas de África Occidental… Hoy en día consumimos películas que retratan el horror de ese lejano tiempo en el que los negros de EEUU luchaban por sobrevivir a sus amos. Y, sin embargo, los datos echan por tierra esa abolición de la esclavitud de la que tan seguros nos sentimos en Occidente.
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