Después de leer y releer el borrador de la 'ley de ruptura', creo que en Catalunya hemos llegado a ese punto en el que la realidad supera la ficción. Su contenido derrocha arrogancia, intolerancia y prepotencia. Es, a mi parecer, antidemocrático, autoritario, amenazante, retrógrado e hipócrita.
Entretodos
Del discurso victimista hemos pasado al discurso opresor. El primero, infantil; el segundo, intimidatorio. Todo parece valer para conseguir ese único objetivo por el cual nuestros dirigentes lo dan todo, incluído el sentido común.
Como si de un partido de fútbol se tratase, la pasión está ganando el pulso al famoso 'seny català'. El problema es que las consecuencias van mucho más allá que otra copa en una vitrina.