Desde hace más de un año largo los ciudadanos de Catalunya y del resto del estado vivimos la política en un entorno incómodo, reiterativo y soez. Incómodo porque con lo que está pasando desde todos los puntos de vista nadie, salvo los creadores de fake news, que se deben sentir contentos cada vez que aciertan a engañar al personal, está contento.
Entretodos
Reiterativo porque los insultos o los cruces de descalificaciones se repiten por todos lados tanto a través de los medios de comunicación como en las redes sociales, y soez porque la solución que buscan es la generar emociones negativas hacia el adversario sea de color o ideología que sea algunas veces con grandilocuencias ridículas y absurdas, ahí estamos en medio del vórtice formado por los ecos en las redes sociales y las voces de los políticos que intentan cada día generar estas turbaciones para justificar su ineficacia, como si sentarse o ponerse de acuerdo fuera menos importante que generar diariamente esas emociones negativas en los ciudadanos.
Como si sus ultimátums sirvieran para algo, cuando solo son el inicio de algo mejor o peor en función de la decisión que los provoca.