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"El desastre humanitario en Lesbos"

Una madre huyo con su hijos de las llamas en el campo de refugiados de Moria, en Lesbos. / AFP / ANGELOS TZORTZINIS

La noche del 8 de septiembre, el campo de Moria se convirtió en un verdadero infierno. Ya lo era antes, debido a las terribles condiciones inhumanas y de desesperación en que vivían los refugiados, pero ahora además tenía llamas de verdad. Situado en la isla griega de Lesbos, era el mayor campo de refugiados de Europa y su mayor vergüenza. ¿Una crónica anunciada? Algunos dicen que se podría haber evitado, otros buscan a los culpables del incendio que ha destruido el campo por completo y unos pocos aprovechan para analizar este desastre humanitario. Muchos se preguntan lo que ahora realmente importa: ¿Cuál será su futuro? ¿Qué se puede hacer?

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Este verano, junto con 200 voluntarios jóvenes y adultos de toda Europa, he estado en Lesbos ayudando en este campo de refugiados que ahora ya no existe. 13.000 personas que huyen de la guerra, de los conflictos y de la persecución en sus países, malvivían allí en condiciones insostenibles, el 40% de los cuales son menores. Habilitamos un viejo molino de aceite para convertirlo en un gran comedor, les enseñamos inglés y hacíamos animación infantil para centenares de niños que crecen sin infancia. Allí pude ver sus ganas de dignidad y de futuro. Ahora todo son cenizas y se encuentran más desamparados que nunca, desprovistos de todo y sin un sitio donde ir.

Europa no puede seguir mirando hacia otro lado sin actuar, como si no pasara nada. Es necesario que esté a la altura de las circunstancias y, recordando sus valores fundacionales, responda trabajando unida, con respuestas comunes, revisando todas las políticas migratorias europeas y respetando el derecho universal de las personas que solicitan asilo. Como dice el comunicado que ha hecho la Comunidad de Sant Egidio a raíz del incendio: "Europa tiene que acoger a los solicitantes de asilo que lo han perdido todo. Es necesario un acto de responsabilidad colectiva".