Recientemente, he pasado unos días en Milán. Al ver el equipo de los vigilantes (chalecos antibalas, pistolas Glock de alta capacidad...), y el respeto con el que los trataba la gente y que hablaban con camaradería con miembros de la Polizia, los Carabinieri y el Esercito, he entendido por qué allí no ha habido ningún atentado terrorista. Han hecho justamente lo que los políticos de aquí no han querido hacer: entender que los vigilantes custodian servicios sensibles de padecer un atentado y que también tienen derecho a preservar sus vidas y, por lo tanto, a defenderse.
Entretodos
La coordinación y el respeto mutuo son palpables. Pero, lamentablementem, estamos a años luz de ese modelo. Aquí prima más exprimir económicamente a los trabajadores del sector y evitar las responsabilidades penales (que las tienen), y si pasa alguna tragedia no se aprovechará el refuerzo que representan 82.775 vigilantes profesionales (que llaman Seguridad Global). No es más que coordinar efectivos y medios de lo público y lo privado. No es lo más inteligente en la actualidad.