Miro todas las noches el telediario con mi familia y con ello, las noticias internacionales. Hace ya unos meses que hay una que se repite constantemente en el telenoticias y en mi cabeza, el auge de la ultraderecha.
Entretodos
Me preguntaba cómo podía ser que en países como Francia, Polonia y Reino Unido, países que hace 75 años estaban luchando en la Segunda Guerra Mundial, pudieran votar actualmente a partidos de ultraderecha. Partidos que promueven el racismo, el odio hacía los inmigrantes e intentan defender el machismo, todo aquello de lo que tanto nos habíamos distanciado en las últimas décadas.
Mi mente no paraba de darle vueltas a esta noticia deseando que el renacer del populismo europeo afectara únicamente al extranjero, pensando que llegaría antes la solución que la ultraderecha a España.
Me equivocaba y el resultado se vio en las elecciones andaluzas con 395.978 votos para VOX. Ahora mismo VOX es clave para definir cuál será el futuro gobierno de Andalucía y, por si fuera poco, su índice de popularidad no para de incrementar, entre otras cosas, gracias a los medios de comunicación.
En países como Alemania muchos canales de televisión se niegan rotundamente a admitir en sus programas a militantes de la ultraderecha y a darles difusión. En cambio, en España puedes coger el mando un día entre semana cualquiera y observar que en la mayoría de programas de tertulia matinal hay algún dirigente de VOX debatiendo sin cesar o simplemente están hablando de algo relacionado con este partido ultraderechista.
VOX está en plena expansión realizando actos por toda España con discursos nacionalistas, buscando votos y afiliados que le hagan ser igual de importante en el Congreso de los Diputados que en el Parlamento de Andalucía.
Desde la visión de un adolescente de 16 años, espero que este disparate actual se normalice para las próximas elecciones en España y que se encuentre una solución para bajar de la cúspide en la que se encuentra ahora la ultraderecha aquí y en Europa.