En este año en el que todo son desgracias, me llena de esperanza ver que el mayor representante de una institución como la Iglesia católica haya proclamado su apoyo a las uniones civiles de gays.
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Somos testigos de un acontecimiento que demuestra que las cosas pueden cambiar, que evolucionamos como sociedad y como seres humanos. Para mí, este hecho supone un rayo de luz en un año oscuro, algo por lo que tener fe en el futuro y sonreír. ¿Quién hubiera imaginado hace un par de décadas que algo así podía suceder? ¿A qué aspirarán las generaciones futuras en su anhelo de mejorar el mundo en el que vivimos? Puede que no viva para verlo con mis propios ojos, pero por un día, creo en un futuro prometedor.