Sí, el Amazonas es nuestro. No solo de Bolsonaro y su gobierno, cuyo poder han conseguido mintiendo sobre lo que realmente pensaba hacer en él. Tampoco es solo de las multinacionales que lo arrasan y destruyen en poco tiempo, buscando una ganancia rápida con alimentos para animales que venderán en países ricos. Tampoco es solo del Brasil, pues lo comparte, incluso con sus incendios, con Paraguay, Bolivia, Uruguay y Perú.
Entretodos
Productor del 20% del oxígeno mundial, el Amazonas es vital para la salud de toda la humanidad. Su sostenimiento, pues, debe también ser sufragado en parte por otros países. Se pueden y deben ir revisando las condiciones de esa colaboración, pero no se pueden admitir rupturas bruscas y en parte irreversibles como la de Bolsonaro. Esto, en legítima defensa de la salud de todos, provoca un activo rechazo de los demás, como tan triste como necesariamente estamos empezando a notar ya.