Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

"Algunos dueños de perros ignoran que hay que respetar un horario de descanso vecinal"

Interior del pipican gigante del parque de l’Estació del Nord, donde coinciden decenas de perros a diario / Álvaro Monge

Llevo en Barcelona desde 2008, un italiano 'catalanoparlant' que ha visto y sufrido la evolución de los pisos turísticos y su subsiguiente "ruido con acento guiri". De repente, un nuevo actor o actores se han añadido al festival del ruido con cita fija a las siete de la mañana: el pipican de Consell de Cent, 524.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

El paralelismo con el ruido de los pisos viene porque me hicieron "descubrir" (a través de las quejas al ayuntamiento) que hay un horario de descanso vecinal: de diez de la noche a ocho de la mañana, lo cual me hace pensar que muchos dueños de perros desconocen esa franja y no perciben los ladridos a las siete como una "molestia".

La Guardia Urbana me dijo que hay un "vacío legal", que ellos sí, pero no, y que el ciudadano debería hablar con los dueños y/o recordarles estas normas. ¿Dónde está el ayuntamiento? ¿No pueden regular de una vez esta cuestión? Los perros son regulados por sus propios dueños, pero las normas y el civismo los debe regular el ayuntamiento.

Además, los perros tienen horarios fijos, costumbres, y si un dueño no le hace entender que los ladridos a las siete de la mañana se escuchan a tres calles, pues vamos mal. Solo se trataría de que entendieran que hay que esperar al menos a las ocho de la mañana.

En las obras del tranvía en Glòries, el martillo neumático o la taladradora no empezaban a las siete de la mañana.