El domingo 17 de octubre a las cinco de la tarde vi en el paseo de Picasso de Barcelona, debajo de los arcos, a alguien que se pinchaba heroína. Estamos hablando de una calle que es peatonal y que está en plena zona turística, y delante de unos niños. Aparte de esto, una persona, en esa misma esquina, ejerce la prostitución; los taxis pasan y la recogen diariamente. La Policía no está actuando al respecto, y el paseo de Picasso se ha transformado en una 'favela'. Me parece que esa no es la manera de presentar Barcelona al mundo.
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