La aplastante victoria del PP en las elecciones del 4-M no solo significa que Ayuso va a poder gobernar en la Comunidad de Madrid los próximos cuatro años. Su apabullante resultado es una evidente demostración de la derechización del electorado, ya que con esta contundente respuesta ciudadana, el PP afianza no solo su posición en Madrid, sino que se postula, muy claramente, para presidir el Gobierno de España en futuras convocatorias.
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La errática política de Sánchez y su apuesta de coalición con Podemos le ha pasado una factura descomunal, no solo por la pérdida de escaños en Madrid, sino por lo que supone la falta de confianza e ilusión de muchos votantes socialistas, que son ya el reflejo que va a suponer el devenir político del partido.
No hay nada que objetar al incuestionable triunfo de Isabel Díaz Ayuso, más bien felicitarla por el éxito de sus planteamientos y propuestas, además de desear que su gestión al frente de su Comunidad sea positiva para los intereses de los madrileños.
Por contra, el resultado de las elecciones no solo ha significado la debacle de Ciudadanos, también el estrepitoso fracaso del PSOE por el descontento que ha generado y el consiguiente desencanto de su electorado.