Casado, allá por el 2018, puso en la dirección de su partido al exministro Fernández Díaz, Cosidó y Zoido, entre otros, por su buen hacer en contra del 'procés'. ¡Hacía falta mano dura!. En Marzo se quejaba de la gestión de la pandemia realizada por el Gobierno de Sánchez y defendía que las comunidades deberían tomar el timón de la misma.
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Para el día de la Comunidad de Madrid elogiaba a la presidenta Ayuso por su buen hacer en la gestión de la pandemia y alardeaba de que si ellos gobernaran harían la gestión como lo hace la comunidad de Madrid. Hemos llegado a septiembre y Madrid está saturado; ahora proclama que la pandemia es un problema de Estado y que el Gobierno es el que tiene que llevar las riendas.
En los últimos años hemos visto que tanto la sanidad, la educación y servicios sociales no eran prioritarios para estos gobiernos. Y ahora llegan las consecuencias. Como que la sanidad pública no puede asumir a los enfermos. Los médicos de familia, que son el primer filtro de esta pandemia, han emigrado de la capital y aunque quisiéramos cubrir esas plazas no hay suficientes médicos de familia para cubrir todas las vacantes.
Les llamamos héroes, pero ¿qué han hecho los gobiernos autonómicos para dar la vuelta a la tortilla? Nada. Seguimos con la sanidad saturada, sin recursos, sin médicos, sin profesionales de la sanidad... Se han derivado pacientes y pruebas de la sanidad pública a la privada.
El señor Casado debería asumir que ha perdido el rumbo, que no tiene un proyecto como oposición, que sus personas de confianza le han salido 'rana'. Y si verdaderamente hace todo por su país, debería ceder el puesto a otro. Necesitamos que los dirigentes políticos se apoyen, dejen de pelearse por sus colores y trabajen a una para servir al país invirtiendo en sanidad y educación. Ese será nuestro pasaporte para salvarnos.