Estos tiempos tan dolorosos por los que está pasando la humanidad, consecuencia del azote pandémico y la exagerada dificultad económica que sufre una mayoría de la población, me llevan a reflexionar sobre las excesivas rarezas vanidosas y mediáticas que sufren politólogos y lumbreras de gobernantes de madurez lenta que disponemos en esta España de pandereta y otros países etiquetados de desarrollados.
Entretodos
A todos aquellos fallecidos por covid no les importa cómo han sido sus funerales, ni las coronas de flores, ni las condolencias a sus familiares. Enmendar con disculpas errores del pasado, nuevas elecciones y con vacunas de efecto retardado no consuela a familiares ni resucita a sus muertos. Las exequias suntuosas sirven solo para satisfacer la vanidad de los vivos. Han tardado en administrar la vacuna a todo el mundo en el menor tiempo posible. Una logística deplorable para salvar vidas en este siglo.
Antes o después las multinacionales farmacéuticas se lucrarán a cuenta de la pandemia. Cierta clase política se traga parte del pastel colaborando con ese monopolio, y trata de apaciguar las aguas recreándonos con su circo; abriendo el portal a los toros, aumentando el horario para tomar las cañas y otros dulces caramelos que pueden resultar amargos más adelante.
A estas alturas creo que es tarde para triunfar, y menos para hacer gloria la derrota, aunque debemos recordar el pasado para no condenarnos a repetirlo.