En Aragón, como en otras comunidades, desde mañana será obligatorio el uso de las mascarillas en espacios exteriores e interiores. Me pregunto cuál es la efectividad de dicha mascarilla en exteriores, porque en interiores ya sabemos cuánto está fallando su no uso.
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Pero ¿en exteriores? Los rebrotes se están dando en su mayor parte en ambientes de trabajo idóneos para la difusion del virus, en celebraciones de muchas personas en espacios interiores sin separación entre ellos, en funerales y otros actos multitudinarios con aglomeración y aproximación física excesiva entre los asistentes, etcétera. Pero ¿en la calle y paseando? ¿Es que nos hemos vuelto todos locos?
No está demostrado que se contagie el virus por la calle. Además, la mascarilla provoca unos cuantos problemas de tipo respiratorio, dermatológico y otros de los cuales aún no hemos sido muy conscientes por el poco tiempo que hace que las usamos. Ahora bien, quien trabaje ocho horas o más al día con la mascarilla puesta al final verá si es beneficiosa o perjudicial.
Eso en el mejor de los casos. Pero ¿es que hay alguien que use las mascarillas quirúrgicas para usar y tirar? ¿Cuántas personas no las reutilizan hasta que están para el arrastre? En tal caso ¿cuál es su efectividad?
¿Es la panacea para vencer al virus esta obligación (una más de las que el Gobierno se complace en imponernos en estos últimos meses) de llevar la mascarilla?
A mí, como a muchas otras personas, me produce un agobio impresionante, y además con temperaturas de 35 ó 40 grados es inhumano llevarla. Tal vez cuando las personas empiecen a caer como moscas por el efecto de esta mascarilla en un ambiente irrespirable decidan esos ignorantes políticos que nos malgobiernan hacer algo sensato al respecto, para variar.