Estos días se está hablando de la forma de señalar con una pegatina a los vehículos según su grado de contaminación y creo que tal como se plantea puede ser muy injusto para algunos vehículos de mayor antigüedad.
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Parece que los vehículos diésel son los más contaminantes aunque no hace muchos años las propias autoridades recomendaron su compra por ahorros en el combustible y otras ventajas.
Reflexionemos: ¿Quién contamina más, el diésel que hace 4.000 Km/año o el gasolina que hace 25.000 o 30.000 Km/año? ¿No sería más justo etiquetar en la ITV a los diferentes vehículos por su kilometraje efectuado durante el año anterior a su inspección? y en consecuencia, limitar o multar a los más contaminantes.
Y los propietarios que viven en las ciudades ¿cómo saldrán de su garaje con un vehículo cuya circulación está prohibida en la ciudad pero puede circular por carretera o autopista? ¿Cómo llegar a la carretera cruzando la ciudad y no exponerse a una denuncia? Y si finalmente se decide la prohibición de circular de forma definitiva a unos determinados vehículos, debe darse un plazo razonablemente largo para que el propietario pueda sustituir su vehículo y debería recibir una subvención o ayuda económica importante para la compra del nuevo vehículo.
Ya se sabe que una alternativa clarísima para bajar la contaminación en la ciudad es tener unos buenos transportes públicos y con ello, se reduciría el tráfico. Crear aparcamientos disuasorios en la periferia de la ciudad y cerca del transporte público es el otro gran reto que ningún ayuntamiento está potenciando. Prohibir la entrada en la ciudad de unos determinados vehículos (diésel de los no residentes por ejemplo) sería otra alternativa.
Parece un poco hipócrita decir que los diésel son los culpables de nuestros males y no obligar a los fabricantes a dejar de fabricar esos vehículos en un plazo razonable ¿Tres años por ejemplo? Si les prohibimos circular pero se siguen fabricando y vendiendo ¿A qué estamos jugando?
Pido a las autoridades que reflexionen sobre las soluciones a adoptar para que sean justas, equitativas y proporcionadas. No llegar a conclusiones precipitadas. El tema de la salud de los ciudadanos es prioritario pero no debemos volvernos locos con la resolución del problema. Estamos hablando de que en Barcelona, 3 o 4 días al año, se sobrepasan las cifras máximas permitidas por la OMS. Empecemos por tomar las medidas excepcionales en estos pocos días y el resto del año, seamos prudentes en aplicar medidas tan severas.