Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

"En cuestión de clima y consumo siempre acabamos cayendo en lo obvio"

Los españoles son los europeos que más cambiarán su rutina para salvar el clima

La conferencia de Naciones Unidas sobre el clima se viene celebrando todos los años desde 1995. Una de las más difundidas fue la COP21 (Cumbre sobre el clima en París/2015). Allí los gobiernos y los inversores privados se propusieron recaudar más de 200.000 millones de dólares para buscar alternativas al calentamiento global. Este capital serviría como coartada para que nada cambiase, y para lavar la apariencia en la lucha nunca iniciada contra el cambio climático; conformándose con limitar la subida de la temperatura global a dos grados sobre los niveles preindustriales, haciendo un esfuerzo añadido, si fuera necesario, para intentar que no aumente más de 1,5 grados hasta el año 2100.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

La COP26 no se celebrará hasta noviembre de 2021. Entre tanto, los líderes del G7 se han comprometido a incrementar su contribución a la financiación de "acciones significativas de mitigación" del cambio del climático por un valor de 100.000 millones de dólares (82.000 millones de euros) con dinero público y fondos privados de aquí al 2025. "Un plan Marshall del cambio climático" (Boris Johnson 'dixit').

Volvemos a caer en lo obvio, todos los problemas se solucionan gastando más dinero, abriendo nuevos mercados para nuevas tecnologías y para nuevos métodos de gestión más eficaz. Pero en este asunto, más que en cualquier otro relativo a la salud de nuestro planeta, el único remedio es reducir el consumo de agua, de suelo, de madera, de carne, de energía…; valorar las materias primas no por el precio de extracción sino por el de reposición; y limitar la acumulación de riqueza individual y de grupos, para que todos podamos acceder a ese bienestar mínimo que garantiza la dignidad humana, sin poner en riesgo la sostenibilidad de la Tierra como entramado vital en equilibrio absolutamente precario.