Poco se habla de las dificultades y las trabas que en ocasiones sufren los estudiantes, y otras personas, que finalmente deciden emanciparse por parte de algunas inmobiliarias carentes de escrúpulos. 

Somos muchos los jóvenes que nos vemos casi obligados a recurrir a los profesionales del sector inmobiliario en busca de ayuda a la hora de encontrar un piso de alquiler a un precio razonable. El piso que tan estupendo parece en la web de turno suele ser en realidad un viejo cuchitril sin ascensor ni calefacción que se alquila a precio de oro y en condiciones draconianas, sin contar con los desorbitados honorarios que el agente inmobiliario impone al incauto cliente. 

Sabiendo la falta de experiencia y los escasos conocimientos legales de estos jóvenes en cuanto a las cláusulas contractuales, se les exige firmar contratos o pagar fianzas que después se convierten en una especie de hipoteca prematura.

Y por si esto fuera poco, los futuros arrendadores deben abonar varias mensualidades por adelantado al casero en concepto de depósito, además de poner como aval a toda su parentela. Parece que estos 'negociantes' han olvidado ya que en su día también fueron estudiantes cuyo 'kit' de supervivencia consistía en paquetes familiares de pasta y botes de tomate frito.