Debido quizá a mi avanzada edad, casi cada día suelo leer la sección de necrológicas de EL PERIÓDICO. Hace unos días, me sorprendió ver en la misma, la noticia de la defunción de un viejo amigo.
Entretodos
Habíamos perdido totalmente el contacto desde hacía más de veinte años y la lectura de su defunción, en una breve línea de texto, me hizo reflexionar sobre las miserias de la vida y de la muerte.
Generalmente, después de enterarnos de una defunción meditamos o rezamos unos breves minutos sobre el finado. Así llego a la conclusión de que, la gente humilde, cuando morimos solo somos, en cierta manera, una línea en las páginas necrológicas. Una línea triste, efímera, breve, y en algunos casos fácilmente olvidable.