sesiones de canto
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don
Recuerdo que una vez, cuando tenía ocho o nueve años, mis padres me llevaron a cenar con unos amigos y sus hijos a una taberna asturiana. El ambiente era muy alegre y la gente entonaba espontáneamente el 'Asturias, patria querida'. Nosotros también nos unimos al grupo y yo disfruté mucho cantando durante varias horas, sintiéndome muy unida a todos los que allí estaban.
Otras vivencias similares de la infancia me han llevado, en la madurez, a buscar en el trabajo con la voz una herramienta más para mi bienestar.
Investigué en Internet y encontré unas clases de canto individual guiadas por un terapeuta especializado. Desde el primer día, noté los efectos: una gran apertura en el pecho y la vibración de mi voz recorriendo todo el cuerpo. Además, conecté con algo especial, una energía que me hizo sentir más alegre y contenta.
Tras ese primer contacto, he continuado mi trabajo: en los encuentros pronuncio las vocales escalasnotas muy elevadaseuforiarelajaciónterapeuta
Gracias a este valioso descubrimiento, quiero animar a quien lea estas líneas a no dejarse llevar por vanos prejuicios y, si así lo siente, que se lance a experimentar con los sonidos musicales que salen de su garganta. Sentirá más plenitud y felicidad en su vida, ya que no hace falta saber cantar para disfrutar de ello. Lo puedo garantizar.