El secesionismo, separatismo o independentismo en Catalunya tiene su punto de origen en la debacle de lo que era Convergència Democràtica de Catalunya (CDC).
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A raíz de los casos de corrupción en masa de las gentes de CDC (caso Palau de la Música, caso ITV, caso Pujol, caso 3%, caso Treball) y viendo la dirección del partido que “el barco se hundía”, decidieron que debían cambiar el nombre de la formación, y segundo, que debían entretener al pueblo con algún invento para así poder tapar todas sus miserias y todas sus corruptelas.
¿Cuál ha sido ese invento? La independencia. Desengáñense señores de la extinta Convergència: ustedes nunca fueron independentistas, ya que el expresident Pujol saqueaba las arcas del estado español pactando hasta con el diablo.
Ya lo decía aquel: “la pela és la pela”, pero como le descubrieron el pastel se convirtieron en secesionistas para tapar sus vergüenzas y entretener al pueblo de Catalunya.
Y lo más preocupante es que se lo creen, y se lo creen porque tienen dos buenos actores: el expresident Carles Puigdemont, y su fiel escudero el President Quim Torra. ¡Ah! Y no nos gobiernan desde Catalunya ni desde La Mancha, nos gobiernan desde la napoleónica Waterloo.
¡Y cuidado, señores secesionistas, Napoleón perdió en Waterloo su gran batalla, y ustedes pueden perder en la misma ciudad belga la batalla por el independentismo!