Soy madre de día en una comunidad autónoma en la que no interesa regular la actividad porque eso haría que las otras opciones educativas y de conciliación se echaran sobre la Xunta de Galicia para pedir explicaciones. Esto no me perjudica más allá de que mis clientes están discriminados por elegirme a mí y no a una escuela infantil, para las cuales dan ayudas. En una sociedad plural, y habiendo ya madres de día por todo el país, seguimos esperando.
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El virus ha puesto en jaque al sistema. Hemos visto que las ratios distan mucho de ser factibles, y que el poco contacto con la naturaleza que tienen nuestros niños y niñas pasa factura. Porque para no tener que abrir, ahora se dan cuenta de que "ya cogen virus de por sí, imagina con el coronavirus". En mis años como madre de día no hemos pasado un proceso vírico, y eso es quizá porque la ratio y la naturaleza tienen algo que ver.
Después de que la Asociación Española de Pediatría (AEP) haya dicho que sí ve viable trabajar un educador con hasta 5 niños (que es lo que nosotras hacemos), nos pusimos en contacto con la Xunta para que nos permita ejercer y dar respuesta a las familias que están haciendo encaje de bolillos para trabajar. Recibimos silencio. Se leen propuestas, de que un cuidador vaya por casas, que reúna a los cinco niños en la suya... y esa figura ya existe. ¿Por qué no se da visibilidad? ¿Por qué no permiten que las ayudas que tenían para las escuelas ahora las utilicen con nosotras y facilitar así una conciliación real? Las madres de día llevan muchos años en otros países, donde conviven con las escuelas y tienen el mismo reconocimiento. Somos una opción más, y le pese a quién le pese, esta figura ha llegado a España para quedarse.
Llevamos meses y esto va para largo. ¿Hasta cuándo van a estar sin una solución? Nosotras estamos dispuestas a ayudar y la pregunta es: ¿Lo están ellos?