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"Conchita, tenías razón al justificar las faltas de nuestras compañeras de clase"

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Al principio, a todos nos parecía una persona más que curiosa. Conchita, como ella nos indicó que la llamásemos desde un primer momento, era nuestra profesora de Ciencias en bachillerato. Aparentaba ser, a pesar de su baja estatura, una generalísima sacada del antiguo régimen, que marcaba el paso al son de sus tacones cuatro veces por semana en cada una de las seis aulas en las que impartía clase de Ciencias. Cuando entraba, se hacía el silencio, todos guardábamos nuestros libros y le prestábamos atención hasta el último segundo de la clase.

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Un día, llegué tarde a su clase con un justificante en la mano, firmado por mi madre, de que me había quedado dormido. Sus palabras hacían alusión a un motivo injustificable respecto a la puntualidad, y por supuesto, tenía toda la razón. Al día siguiente, el mismo caso, pero de una de nuestras compañeras. Su justificación no fue otra que esta: "profe, estoy con la regla y no conseguí levantarme hasta que me hizo efecto el chute". Con 15-16 años, todos los machotes éramos unos ignorantes compulsivos de la vida, y despreciábamos la inherente desigualdad que, desde nuestro punto de vista masculino, solamente Conchita cometía: justificar prácticamente todas las faltas de nuestras compañeras en período menstrual.

Y qué razón tenía. Casi 10 años después, en los que hemos crecido y ya muchos de nosotros convivimos con nuestras parejas, aplaudo la decisión de Conchita. Aunque es algo que por simples causas biológicas está implícito en el cuerpo femenino, es totalmente injusto, desde mi todavía ignorante punto de vista, la cantidad de dolor y sufrimiento que produce en ocasiones. Ahora, el anteproyecto de la nueva ley del aborto contempla bajas laborales de tres días en períodos menstruales, además de muchas otras modificaciones de derechos totalmente necesarias para ellas. Creedme, hombres: les hacen falta.