Soy médico, con 25 años de experiencia trabajando en la sanidad pública. Me emociona cuando cada tarde a las ocho oigo la multitud de aplausos de soporte a todo el personal sanitario que con tanta valentía se enfrenta a la pandemia. Sin embargo, cuando acaban los aplausos, no puedo dejar de preguntarme en voz alta una serie de cuestiones que todos deberíamos hacernos en el momento que todo pase, que pasará, y que hasta ahora quizás no nos hemos planteado:
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¿Seguiremos exigiendo atención inmediata para patologías banales colapsando cada día los servicios de urgencias? ¿Seguiremos obviando la responsabilidad personal en el cuidado de la salud de cada uno, cuidándonos y llevando buenos hábitos de vida? ¿Seguiremos tratando al personal sanitario con malas maneras y con poco respeto? ¿Seguiremos exigiendo a los médicos pruebas de tecnología avanzada (TAC, RM, ...) muy caras y muchas veces poco útiles para cada dolor que tenemos? ¿Seguiremos exigiendo tener un hospital a cinco minutos de casa con todos los servicios médicos siempre disponibles, aunque el gasto sea poco sostenible y/o estén menos capacitados para valorar patologías poco frecuentes? ¿Seguiremos votando por sentimientos o por emociones, o valoraremos qué programa tiene cada partido político en relación a la sanidad? ¿Seguiremos tolerando como normal que el personal sanitario tenga, en general, contratos basura con una precariedad que asusta? ¿Seguiremos considerando a la sanidad como un asunto de los políticos o los gestores o interiorizaremos que también es nuestra y que hay que cuidarla?
Cuando entren de los balcones, después de aplaudir cada día a las ocho, contesten con sinceridad alguna de estas preguntas, quizás entonces la crisis sanitaria habrá servido para algo.
Mucho ánimo a todos.