¿Cómo es posible que pueda ocupar la alcaldía de una ciudad importante en España un partido que sólo ha sacado tres concejales y que es la tercera fuerza política de ese consistorio, en lugar de ocuparla el partido que el pueblo votó para ser el que mandara?
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¿Cómo es posible que se critique con dureza a miembros de Esquerra Republicana e incluso no se les permita ser eurodiputados, tachándoles de anticonstitucionales, y se permita, e incluso en algunos foros se aplauda, la presencia de eurodiputados de un partido xenófobo y partidario de la dictadura como es Vox en una institución democrática?
¿Cómo es posible que se forme un circo mediático y se permita la retransmisión del juicio del 'procés' en que se juzga la libertad de votar, y se prohíba la presencia mediática en el juicio contra el mayor partido corrupto de España, el PP?
Mientras que a estas y otras preguntas sólo hay el silencio, el no contestar, el ponerse de espaldas a una realidad racional existente, se prima lo absurdo, la irracionalidad y la insensatez. La política española se parece más a una política del siglo XX, heredera de un franquismo genocida y dictatorial, que a una política democrática real e igualitaria propia del siglo XXI.