Ada Colau ha aprovechado la pandemia para ir colando modificaciones en el espacio urbano que, aunque afectan a pocas personas cada una, causan, sumándolas, un gran perjuicio a la ciudad. Dichas modificaciones son, en muchos casos, más fruto de un deseo o una utopía que de una necesidad real.
En mi caso, ha prohibido el giro a la izquierda en paseo de la Bonanova con Via Augusta, con el resultado de que tengo 10 minutos más de trayecto a mi trabajo para el que no tengo alternativa en transporte público.