El pasado domingo 29 de setiembre fui a ver la obra Cinco horas con Mario, interpretada por la gran Lola Herrera. Teniendo en cuenta que no es una comedia, me han sorprendido las risas por inesperadas.
Entretodos
En primer lugar, porque Mario está difunto y su mujer le hace una serie de reproches.
En segundo lugar, porque Mario representa los valores contrarios a los de su mujer. Él es un intelectual progresista y Carmen, una mujer conservadora en los años de la dictadura franquista. Representa cada uno a una de las dos Españas. El drama está servido.
No sé si ella induce a la risa por su racismo y clasismo trasnochados y ridículos o si es una risa cómplice porque los comentarios nos parecen ocurrentes y simpáticos. Lo deseable sería lo primero, pero si la señora es clasista, racista y machista, no se entiende que hagan ninguna gracia sus ocurrencias. Por respeto a otras razas, los pobres y las mujeres. Aunque nadie se ha reído de los comentarios machistas. Será probablemente por el efecto #MeToo de Oprah Winfrey.
En tercer lugar, el drama de Carmen es el de un matrimonio en el que no se entienden, ni comunican, y en el que ella se siente frustrada sexualmente como mujer. Incluso al final de la obra, en la que ella está llorando, parte del público se reía.
Finalmente, parece que nos falta empatía para ponernos en lugar de los personajes y sentido del humor para saber cuándo hay motivo para reír y cuándo no.
Parece que quisiéramos huir del dolor y reírnos de él porque pensamos que tenemos que estar alegres siempre, aunque eso sea imposible.