La tradición manda que la verbena de Sant Joan, la noche más corta del año, se celebre con fuego e identidad cultural. En teoría, lo que se conmemora es el nacimiento de San Juan Bautista (eso para los creyentes) y el solsticio de verano. En la práctica se hacen diferentes variantes de esos eventos, pues, como siempre, se aprovecha una fecha destacada para festejar lo que sea, y eso no es malo. En particular no me parece desproporcionado que se tiren petardos esa noche, lo que creo inadmisible es que muchos días antes y después se siga con la pirotecnia. Se debe respetar aunque sea un poco a la gente que está en casa por cualquier motivo, ya sea una enfermedad física o mental, que necesita dormir porque tiene que madrugar o únicamente por su bienestar. También los animales, que sufren bastante. Cada uno decide lo que hacer con su vida, por eso no es justo que nos montemos la fiesta debajo de un balcón como si el mundo fuera a acabarse. Soy joven y sé que necesitamos salir de fiesta (somos seres sociales y es esencial para la supervivencia relacionarse) pero se puede hacer con cabeza, conciencia y responsabilidad.
Entretodos
A los que vienen de la ciudad al pueblo a festejar esos días, decirles que no estamos en medio de la nada, que también formamos parte de la civilización y tenemos valores y normas aunque no se lo crean. Por las calles circulan los coches y por las aceras los peatones, por tanto no es de recibo colocarse un grupo de diez personas en medio de ellas tirando petardos durante más de tres horas seguidas, gritando y no apartarse cuando un vehículo se aproxima. La primera vez pasa, la segunda vale, pero a la tercera a lo mejor aquella persona se enfadará y dirá lo que piensa, entonces será una maleducada pero, ¿tenéis en cuenta todo lo que ha aguantado?