Muy estimados reyes y reinas, magos y magas, señores Torra, Artadi y Bargalló:
Entretodos
Este año me he portado bastante bien y he trabajado mucho. He publicado artículos académicos y de divulgación, he sido entrevistado en emisoras de radio, también en TV-3, he participado en congresos internacionales y he dado conferencias para divulgar los beneficios del aprendizaje musical en la educación.
Pero también me he aplicado en las tareas del hogar, aunque ya sé que tengo que esforzarme más. Por ello, solo os pediré dos cosas. La primera que, ahora que se deroga la LOMCE, se aplique en las escuelas el conocimiento de la neurociencia. Entre otros, nos dice que la música es una herramienta transformadora que estimula las capacidades cognitivas, facilita el aprendizaje de una segunda lengua, reduce los problemas de dislexia, de TDAH y tartamudez, mejora la lectura, pero también forma en valores, tan importantes para una buena convivencia en nuestra sociedad.
La segunda, que se ofrezcan más recursos para seguir investigando los cambios que produce en nuestro cerebro el aprendizaje musical, promocionando estudios en las escuelas para que a partir de sus resultados pueda avanzarse en este camino.
Albert Einstein dijo que había dos cosas infinitas, la estupidez humana y el universo, pero que de la segunda no estaba seguro. Os pido que no deis la espalda a la ciencia. En pleno siglo XXI, la música debería ser una materia transversal obligatoria, al menos en las etapas infantil y primaria. La música es fundamental en el proceso de formación y educación integral de los niños. Su incidencia durante las etapas de mayor desarrollo cerebral mejora aspectos psicomotrices, de lenguaje, emocionales, cognitivos y sociales, preparándolos para afrontar y superar con éxito los retos de futuro.
Os prometo que iré a dormir pronto y no me levantaré hasta las siete. Ah, os dejaré turrones de chocolate y una botella de cava, además de un poco de agua para los camellos. ¡Qué nervios! ¡Muchas gracias!