En el momento que un grupo de personas salen a la calle para protestar o reclamar cualquier asunto, se necesita una motivación, sin ella los humanos no se movilizan.
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Una de las tesis de Schopenhauer es: “El ser humano no es quien hace el mal, al contrario, este vive en un contexto que hace que el mundo sea peor”.
Activarse con argumentos falaces, hipócritas, y cínicos, de unos grupos que propugnan la ignorancia del habla es lo que nos hace humanos y nos diferencia de los no humanos, puesto que el habla necesita de la herramienta del idioma. No aprenderlo es vitorear a la muerte de los que nunca han amado a la vida.
El conocimiento nos permite reflexionar y el poder ser críticos constructivos, no dinamiteros de los saberes. Cada día se debería salir a la calle para exigir poder aprender: latín, griego, música, arqueología, filosofía, ciencias de la naturaleza, astronomía, física, recrearse en poesía, literatura. Gozar del conocimiento es gozar de la vida.
Estos grupos que expulsan de sus entrañas la lava del odio, del fanatismo y de la ignorancia, humanizan al resto, como escribió Cioran, cuya vocación era el estar triste.